INTRODUCCIÓN

    Los cambios en la movilidad de los últimos años suponen un fuerte impacto en nuestros hábitos de desplazamiento: la pandemia aumentó el número de personas que salen a caminar, pero también incidió en muchas otras que limitaron sus desplazamientos; los vehículos de movilidad personal (VMP), han llegado para quedarse; el uso de las bicis ha aumentado notablemente; el interés por el permiso de conducir se ha reducido con el paso de las generaciones, con diferencias entre los jóvenes que viven en las ciudades y quienes habitan en zonas más rurales o, incluso, en áreas urbanas más alejadas del centro; las consecuencias tan evidentes del cambio climático, la crisis energética y las medidas de promoción de transporte público…

    Todo ello hace necesario actualizar contenidos, valores y actitudes en la sociedad que permitan identificar los cambios y no únicamente en el aspecto de la Seguridad vial, sino de forma coordinada con otros grandes ejes de la evolución social en los próximos años.

    Paralelamente, la entrada en vigor de la Ley Orgánica para la Modificación de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE) ha modificado lo referente a la educación en seguridad vial y la recientemente publicada Estrategia de Seguridad Vial 2030 proporciona un marco para afrontar estos nuevos retos.

    Es importante recordar que nuestro alumnado hace uso de las vías públicas como peatones o viajeros, pero siempre acompañados de los adultos. Por este motivo, los centros educativos y las familias deben tener como objetivo prioritario el fomento de actitudes viales que vayan generando conciencia ciudadana y comportamientos encaminados a la creación del sentido vial, la convivencia y las pautas adecuadas para la movilidad segura.

    Por otra parte, recordemos que los niños de estas edades no tienen bien desarrollada la capacidad de razonamiento ni la percepción sensitiva, tampoco la psicomotricidad y menos la capacidad para tomar decisiones frente a los problemas que les presenta el tráfico. Por esto se debe trabajar desde los centros escolares, presentando contenidos teórico-prácticos a través de diferentes áreas del currículo, para que los aprendan, dándoles a la vez pautas y ejemplos para ir adquiriendo esos conocimientos básicos (las señales o los comportamientos) y al mismo tiempo, desarrollando un aprendizaje permanente que influya en el presente y futuro de nuestro escolares. En este sentido, los padres se convierten en el primer instructor del niño en su aprendizaje vial y en el modelo que va a seguir en su futuro comportamiento. De ahí que se haga imprescindible la colaboración de los padres y familiares en el programa de educación vial que se llevará a cabo en nuestro Centro.

    El Cetro se encuentra ubicado en Olivares, un pequeño pueblo perteneciente al término municipal de Moclín. El tráfico no es muy denso, pero los desplazamientos se hacen en vehículos privados y en autobús, ya que, el pueblo está diseminado en diferentes núcleos de población alejados del colegio. Desde el 2017 se está apostando por la educación vial, no solo en nuestro Centro, sino que también se hace en coordinación con los colegios de Puerto Lope y Tiena, localidades cercanas, y con la colaboración inestimable del Ayuntamiento de Moclín, la DGT y Cruz Roja, así como algunas autoescuelas locales. Además, damos difusión a todo nuestro trabajo desde páginas webs, blogs y prensa.

    
Los niños que reciben educación vial no solamente tendrán menos probabilidades de sufrir algún tipo de accidente, sino que, además, se convertirán en adultos responsables y conocedores de las normas. Serán, entonces, conductores, peatones, ciclistas y pasajeros conscientes y precavidos.


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